Toda forma de movilidad genera su propia cultura, cuyos contornos exceden el momento del transporte. Mucho del paisaje urbano contemporáneo, la determinación de los espacios por donde podemos circular y por los que no, los riesgos a los que estamos
expuestos en el espacio público, fueron consecuencia de la masificación del uso del automóvil y de las infraestructuras que resolvieron la presencia del transporte automotor en el espacio público. Formas que a la vez consolidaron al automóvil como referente hegemónico, no solo de la construcción del ambiente vial, sino también del espacio urbano en su totalidad.